Las inclusas, hospicios o casas de expósitos eran lugares de beneficencia, la mayorÃa fundados por la Iglesia en el siglo XVIII, donde se recibÃa y criaba a los niños expósitos "expuestos", es decir, abandonados por sus padres y entregados a esas Instituciones.
Las inclusas, hospicios o casas de expósitos eran lugares de beneficencia, la mayorÃa fundados por la Iglesia en el siglo XVIII, donde se recibÃa y criaba a los niños expósitos "expuestos", es decir, abandonados por sus padres y entregados a esas Instituciones.
El nombre de inclusa viene de una imagen de la Virgen: Nuestra Señora de la Inclusa, que presidÃa la Casa de expósitos de Madrid, y que se trajo en el siglo XVI, de la isla holandesa de L´Ècluse ("la esclusa"). Las más desarrolladas fueron las de Madrid, Santiago, Calahorra, Zaragoza, Bilbao, etc.
El objeto de estos establecimientos era evitar infanticidios y salvar el honor de las madres, por lo que admitÃan a los niños nacidos de modo ilegÃtimo y a los huérfanos de padre por fallecimiento o por desentenderse de ellos, y con madres en situación de pobreza extrema.
Para el abandono de niños de forma anónima, los establecimientos disponÃan de pequeños tornos abiertos a la calle. HabÃa una persona destinada a recibir a los expósitos que no debÃa moverse de la habitación inmediata al torno y acudÃa prontamente al sonido de la campanilla u otra señal para recoger a la criatura. No se hacÃan preguntas sobre la identidad de los padres. También se recibÃa la ropa o dinero que se quisiera entregar para el niño, cumpliéndose la voluntad de quien lo dejó.
La persona encargada de la recepción en el dispositivo giratorio del torno, anotaba la hora, el dÃa y el año en que se recibÃa y seguidamente lo llevaba a la sala destinada para los bautizos. Después de limpiarlo y envolverlo con ropa adecuada, lo colocaba en la cuna que le correspondiera. A los expósitos se les colocaba un collar identificativo en el que se indicaba el año de su llegada a la inclusa. Se les solÃa dar el apellido Expósito. Algunas personas les llamaban "incluseros" algo despectivamente.
Las inclusas disponÃan de amas de leche para dar de mamar a los expósitos. Las amas del establecimiento tenÃan la obligación de criar a los niños expósitos que les entregaban procurando que no tuvieran más que dos. También contribuÃan a las labores de la inclusa limpiando y aseando la sala de los niños, la enfermerÃa, la habitación de vestir y el dormitorio, además del lavado de la ropa de los niños. También se entregaba a los niños a amas que residÃan fuera de la inclusa.
La mortalidad infantil en España en los siglos XVI, XVII y XVIII, al igual que en toda Europa, en general era muy elevada, podÃa llegar fácilmente al 30/40% de los nacidos. Pero en la inclusas la mortalidad se disparaba; asà en la inclusa de Zaragoza se recogieron 2.446 niños entre los años 1.786 y 1.790 de los cuales sólo sobrevivieron 200; por esas mismas fechas, en Logroño y Vitoria se recogieron 610 de los que murieron 400; en Huesca 164 de los que murieron 115, etc.
Esta terrorÃfica mortalidad era debida a varias causas: habÃa pocas inclusas, los largos y penosos viajes hasta llegar a ellas, hacÃa que los bebés llegaran extenuados e irrecuperables. Otra causa era la mala calidad y circunstancias de las amas de crÃa fuera de la inclusa a quienes se les entregaban sin investigarlas y además el corto salario que se les daba, que no solÃa cubrir los gastos del niño. Otro motivo era que la inclusa no proporcionaba la ropa para el abrigo de los expósitos, lo cual, además de la penuria y perjuicios que se les causaba, retraÃa de ofrecerse a ello a muchas mujeres que los habrÃan lactado y cuidado.
De todos modos, a pesar de las deficiencias que padecieron, ¿Verdad que era un procedimiento mucho más honroso, caritativo y respetuoso con los niños no nacidos que abortarlos, es decir, matarlos en el seno de la madre como ocurre actualmente? ¿Por qué se perdió su beneficiosa labor de atención a los niños? ¿Por qué no se recuperaron las inclusas?
Seguramente la cruenta y feroz persecución contra los católicos que tuvo lugar en la Guerra Civil de 1936-39, asestó un golpe mortal a estas Instituciones, que fueron desapareciendo poco a poco de la Sociedad, sin que nadie intentara resucitarlas. ¿No serÃa hoy el momento de hacerlas reaparecer, como un modo de evitar el genocidio actual del aborto, que además de matar a miles de seres inocentes, produce cuantiosos beneficios a las empresas dedicadas a este negocio?
Las inclusas, hospicios o casas de expósitos eran lugares de beneficencia, la mayorÃa fundados por la Iglesia en el siglo XVIII, donde se recibÃa y criaba a los niños expósitos "expuestos", es decir, abandonados por sus padres y entregados a esas Instituciones.
Las inclusas, hospicios o casas de expósitos eran lugares de beneficencia, la mayorÃa fundados por la Iglesia en el siglo XVIII, donde se recibÃa y criaba a los niños expósitos "expuestos", es decir, abandonados por sus padres y entregados a esas Instituciones.
El nombre de inclusa viene de una imagen de la Virgen: Nuestra Señora de la Inclusa, que presidÃa la Casa de expósitos de Madrid, y que se trajo en el siglo XVI, de la isla holandesa de L´Ècluse ("la esclusa"). Las más desarrolladas fueron las de Madrid, Santiago, Calahorra, Zaragoza, Bilbao, etc.
El objeto de estos establecimientos era evitar infanticidios y salvar el honor de las madres, por lo que admitÃan a los niños nacidos de modo ilegÃtimo y a los huérfanos de padre por fallecimiento o por desentenderse de ellos, y con madres en situación de pobreza extrema.
Para el abandono de niños de forma anónima, los establecimientos disponÃan de pequeños tornos abiertos a la calle. HabÃa una persona destinada a recibir a los expósitos que no debÃa moverse de la habitación inmediata al torno y acudÃa prontamente al sonido de la campanilla u otra señal para recoger a la criatura. No se hacÃan preguntas sobre la identidad de los padres. También se recibÃa la ropa o dinero que se quisiera entregar para el niño, cumpliéndose la voluntad de quien lo dejó.
La persona encargada de la recepción en el dispositivo giratorio del torno, anotaba la hora, el dÃa y el año en que se recibÃa y seguidamente lo llevaba a la sala destinada para los bautizos. Después de limpiarlo y envolverlo con ropa adecuada, lo colocaba en la cuna que le correspondiera. A los expósitos se les colocaba un collar identificativo en el que se indicaba el año de su llegada a la inclusa. Se les solÃa dar el apellido Expósito. Algunas personas les llamaban "incluseros" algo despectivamente.
Las inclusas disponÃan de amas de leche para dar de mamar a los expósitos. Las amas del establecimiento tenÃan la obligación de criar a los niños expósitos que les entregaban procurando que no tuvieran más que dos. También contribuÃan a las labores de la inclusa limpiando y aseando la sala de los niños, la enfermerÃa, la habitación de vestir y el dormitorio, además del lavado de la ropa de los niños. También se entregaba a los niños a amas que residÃan fuera de la inclusa.
La mortalidad infantil en España en los siglos XVI, XVII y XVIII, al igual que en toda Europa, en general era muy elevada, podÃa llegar fácilmente al 30/40% de los nacidos. Pero en la inclusas la mortalidad se disparaba; asà en la inclusa de Zaragoza se recogieron 2.446 niños entre los años 1.786 y 1.790 de los cuales sólo sobrevivieron 200; por esas mismas fechas, en Logroño y Vitoria se recogieron 610 de los que murieron 400; en Huesca 164 de los que murieron 115, etc.
Esta terrorÃfica mortalidad era debida a varias causas: habÃa pocas inclusas, los largos y penosos viajes hasta llegar a ellas, hacÃa que los bebés llegaran extenuados e irrecuperables. Otra causa era la mala calidad y circunstancias de las amas de crÃa fuera de la inclusa a quienes se les entregaban sin investigarlas y además el corto salario que se les daba, que no solÃa cubrir los gastos del niño. Otro motivo era que la inclusa no proporcionaba la ropa para el abrigo de los expósitos, lo cual, además de la penuria y perjuicios que se les causaba, retraÃa de ofrecerse a ello a muchas mujeres que los habrÃan lactado y cuidado.
De todos modos, a pesar de las deficiencias que padecieron, ¿Verdad que era un procedimiento mucho más honroso, caritativo y respetuoso con los niños no nacidos que abortarlos, es decir, matarlos en el seno de la madre como ocurre actualmente? ¿Por qué se perdió su beneficiosa labor de atención a los niños? ¿Por qué no se recuperaron las inclusas?
Seguramente la cruenta y feroz persecución contra los católicos que tuvo lugar en la Guerra Civil de 1936-39, asestó un golpe mortal a estas Instituciones, que fueron desapareciendo poco a poco de la Sociedad, sin que nadie intentara resucitarlas. ¿No serÃa hoy el momento de hacerlas reaparecer, como un modo de evitar el genocidio actual del aborto, que además de matar a miles de seres inocentes, produce cuantiosos beneficios a las empresas dedicadas a este negocio?
Roberto Grao Gracia (Foro Independiente de Opinión)
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