Un calvario que enmudece

El próximo 18 de abril, Jueves Santo, el municipio oscense de Ayerbe retrocede 2.000 años en el tiempo para recrear los últimos momentos de vida de Jesucristo. Se trata de La Enclavación, una festividad declarada de Interés Turístico de Aragón en 2012 y que, año tras año, atrae a más de dos mil personas.

Desde hace 17 años, durante la noche del Jueves al Viernes Santo, más de 200 personas, entre actores aficionados y voluntarios, participan en la recreación de diferentes escenas bíblicas por las calles del municipio.

Organizado por la Banda de Tambores y Bombos y el Ayuntamiento de Ayerbe, La Enclavación empezó como un refuerzo de la tradicional Rompida de la Hora que ya se celebraba en la localidad. Sin embargo, la buena acogida de la iniciativa la ha convertido, con el paso de los años, en el plato fuerte de la Semana Santa ayerbense.

Desde el Consistorio destacan la gran cantidad de gente que, edición tras edición, acude a ver la recreación, abarrotando la plaza de Ramón y Cajal donde se recrean diferentes escenas bíblicas.

Los actos de La Enclavación arrancan el Jueves Santo con una cena de hermandad en la que están presentes varias bandas de tambores, representantes institucionales y vecinos. Un acto de convivencia en la que los nervios y la emoción están muy presentes por la cercanía del acto estrella de la Semana Santa.

 
En la recreación participan más de 200 personas. Foto: Ayuntamiento de Ayerbe
En la recreación participan más de 200 personas. Foto: Ayuntamiento de Ayerbe

Recreación con el camino al calvario

En torno a la medianoche, comienza la recreación con el camino al calvario. Desde la iglesia parroquial, el Jesucristo penitente sale portando la cruz, recorriendo parte de las plazas de Ayerbe junto a una cuadriga de romanos, las tres Marías (la Virgen María, su hermana María de Cleofás y María Magdalena) y el apóstol San Juan.

Tras ellos, les acompañan la Cofradía del Prendimiento de Huesca, la Cofradía de la Coronación de Espinas del barrio de San Lorenzo de Huesca, la Cofradía de Monzón y la Banda de Tambores y Dulzainas de Ayerbe. Junto a esta comitiva, y en un riguroso y respetuoso silencio, los vecinos de Ayerbe y visitantes portan antorchas de parafina.

Durante el recorrido hasta la plaza Ramón y Cajal se escenifican las tres caídas de Jesús, así como la adoración de la Verónica, que, según la tradición cristiana, fue la mujer que durante el Viacrucis tendió a Cristo un paño para que enjugara el sudor y la sangre y en cuya tela habría quedado milagrosamente impreso el rostro de Jesús.

Durante el recorrido se escenifica la adoración de la Verónica. Foto: Ayuntamiento de Ayerbe
Durante el recorrido se escenifica la adoración de la Verónica. Foto: Ayuntamiento de Ayerbe

Una vez en la plaza, se procede a la representación de la crucifixión de los ladrones y la flagelación y posterior enclavación de Jesucristo en la cruz. Todo ello por la cuadriga de romanos, uno de los momentos que más devoción despierta.

Una vez representada La Enclavación, se procede a la narración de las Siete Palabras que pronuncia Cristo desde la cruz. A su finalización, Jesús muere y comienza una estruendosa tormenta sonora tras la cual salen, al centro de la plaza, un componente de cada banda para realizar la tradicional Rompida de la Hora, seguidos, posteriormente, por todos los miembros de las bandas.

Tambores, bombos y dulzainas

Tras el impresionante sonido de los tambores y bombos, se realiza el Descendimiento, otro de los momentos más emotivos del acto. El público enmudece y el único murmullo que se oye es el lamento de las dulzainas que acompañan con su son momento del descendimiento de Jesucristo de la cruz, que es postrado ante la Virgen María.

Ante el Cristo yaciente, las bandas realizan, una a una, sus sones de bombos y tambores para, a continuación, proceder al entierro de Jesucristo en la Torre del Reloj de Ayerbe. Una vez enterrado, las bandas van desapareciendo de la plaza, realizando un desfile por las calles de la localidad dando por finalizada La Enclavación.