Volver a nacer, en el Museo de Zaragoza

Renacimiento es el nombre dado en el siglo XIX a un amplio movimiento cultural que se produjo en Europa Occidental durante los siglos XV y XVI. Fue un período de transición entre la Edad Media y los inicios de la Edad Moderna. Sus principales exponentes se hallan en el campo de las artes, aunque también se produjo una renovación en las ciencias, tanto naturales como humanas. La ciudad de Florencia, en Italia, fue el lugar de nacimiento y desarrollo de este movimiento, que se extendió después por toda Europa, incluida Zaragoza.

El Renacimiento fue fruto de la difusión de las ideas del humanismo, que determinaron una nueva concepción del hombre y del mundo. El término “renacimiento” se utilizó reivindicando ciertos elementos de la cultura clásica griega y romana, y se aplicó originariamente como una vuelta a los valores de la cultura grecolatina y a la contemplación libre de la naturaleza tras siglos de predominio de un tipo de mentalidad más rígida y dogmática establecida en la Europa medieval. En esta nueva etapa se planteó una nueva forma de ver el mundo y al ser humano, con nuevos enfoques en los campos de las artes, la política, la filosofía y las ciencias, sustituyendo el teocentrismo medieval por el antropocentrismo.

De Florencia a Aragón

Poco a poco los patrones medievales del Gótico se fueron abandonando, las nuevas doctrinas y formas artísticas, que provenían de Flandes y de la Península Ibérica, dieron paso a nuevas tendencias. El siglo XVI fue considerado como una de las etapas más brillantes del arte aragonés. En la Comunidad se intensificó el trabajo de la escultura, que se enriquece con la utilización de materiales de gran calidad como el alabastro. Entre las colecciones del Museo de Zaragoza destacan las producciones de Damián Forment. Muestra patente de su forma de trabajar es la obra en alabastro policromado de San Onofre, (que data de 1520), de estudio minucioso del detalle y gran fuerza expresiva.

En la década de los años 30 del siglo XVI, la asimilación del lenguaje artístico italiano en pintura vino sobre todo de la mano del zaragozano, Jerónimo Vallejo Cosida, cuyo estilo se caracteriza por la delicadeza de los detalles, belleza y dulzura. 

Otros artistas como Juan de Juanes conocen la pintura italiana por medio de la influencia directa de otros maestros, como demuestra su Retrato de Alfonso V o La Adoración de los Reyes magos de Pablo Scheppers, ambos óleos sobre tabla, que junto con Rolán de Mois, reflejan en sus obras las nuevas tendencias flamencas.

El retrato de Alfonso V de Juan de Juanes refleja la influencia de los maestros italianos
El retrato de Alfonso V de Juan de Juanes refleja la influencia de los maestros italianos

Una extraordinaria y destacable obra es el Doble Retrato de matrimonio, realizado por Lavinia Fontana, una pequeña pintura sobre cobre realizada hacia 1577-1585, que muestra el gusto por el detalle, las calidades y el cromatismo.

Redistribución

El Museo de Zaragoza ha abierto al público, dentro del paulatino proceso de renovación de la exposición permanente del centro, las dos salas dedicadas al Renacimiento, ubicadas en la primera planta del centro. La nueva propuesta expositiva se basa en la variedad y excelencia de expresiones y técnicas artísticas que se exhiben, y se quiere demostrar al visitante que el Renacimiento no es solo pintura y escultura, sino que hay cerámica y talla en madera de gran valor en este periodo. 

Esta nueva presentación de la colección incluye una reordenación del discurso y piezas nunca expuestas antes que ilustran perfectamente la evolución de las manifestaciones artísticas en Aragón durante ese periodo tan crucial en lo estético, filosófico y político como fue el Renacimiento. Las salas fueron cerradas para evitar daños a las obras con la construcción del parking de la calle Moret y vuelven ahora a abrir con 40 piezas, catorce de ellas nunca antes expuestas salvo en muestras temporales.

El director general de Cultura y Patrimonio, Nacho Escuín, ha declarado que los nuevos espacios expositivos se han cuidado al detalle, desde la elección de color hasta la construcción de muebles singulares solo para estas salas. “La riqueza de los fondos del museo permite esta exposición y lo ubica como un lugar de cita para todos, un museo más abierto y accesible para la ciudadanía, y gratuito”, ha comentado. 

En pintura, la obra más antigua es el retablo de San José, de 1510
En pintura, la obra más antigua es el retablo de San José, de 1510

Por su parte, el director del Museo de Zaragoza, Isidro Aguilera, ha declarado que la reapertura de estas dos salas dedicadas al Renacimiento se enmarca dentro del impulso que se está dando a la renovación general de la oferta expositiva del Museo. “Empezamos por Goya y su ambiente artístico, seguimos con el barroco y ahora le toca el turno al Renacimiento”, ha manifestado. Según Aguilera, esta renovación se basa en dos premisas. “La primera es la incorporación de nuevas piezas, de gran calidad y variedad, lo que nos ha llevado a una profunda investigación en los fondos del museo. Y la segunda es intentar dar variedad al discurso integrando diferentes obras de diferentes materiales y usos, para dar a entender la complejidad de la estética ligada a una sociedad concreta, en un periodo concreto de la Historia”, ha explicado.

La primera de las salas ofrece una selección de piezas que pueden encuadrase en el llamado Alto Renacimiento (1515-1550). Entre ellas, destaca el conjunto de escultura de alabastro que ocupa el centro de la sala, donde los visitantes podrán ver las tallas de Damián Forment y de Gil Morlanes, dos de los mejores escultores españoles del momento. Del primero, destacan “El Padre Eterno”, La “Adoración de los Reyes” y, sobre todo, por su perfecto estado de conservación y por ser una obra inédita la talla que representa a “Santa Ana, la Virgen y el Niño”. De Gil Morlanes sobresalen las columnas de la iglesia del Portillo y la figura de San Esteban.

En pintura, la obra más antigua es el retablo de San José, de 1510, aún con reminiscencias góticas. De gran calidad son las tablas del retablo mayor de Sijena que representan escenas de la pasión de Cristo. Para enlazar con la siguiente sala, la del Segundo Renacimiento, se exponen pintura notables como “La adoración de los pastores” o “Resurrección” de Juan Correas.

Para dar una visión más completa del periodo y mostrar ejemplos de artes menores se incluye una vitrina con una selección de piezas de cerámica esmaltada de los alfares de Muel, características del siglo XVI.

En el Renacimiento resurgió con fuerza la escultura de canon clásico
En el Renacimiento resurgió con fuerza la escultura de canon clásico

En la segunda sala, dedicada al Segundo Renacimiento (1550-1600), domina la pintura con obras de aragonés Jerónimo Cósida, como “San Jerónimo”, “San Juan Bautista” y, en especial, el “Retablo de la cárcel de manifestados” (1569). También están presentes en esta exposición pintores de primera fila como Rolán de Mois, Pablo Scheppers y Scipione Pulzone. Una importante novedad es la incorporación a la muestra de la recién adquirida tabla con la Virgen del Rosario (1575).

Cabe destacar por su magnífica calidad y la temática distinta a la pintura religiosa el retrato de Alonso V de Aragón, obra de Juan de Juanes. En este afán por diversificar la exposición se ha incorporado otro retrato, esta vez inédito, del noble aragonés Hugo de Urriés, de autor desconocido. Otra de las joyas de la sala es la miniatura “Retrato doble de matrimonio, atribuida a la pintora italiana Lavinia Fontana (1580).

Completan la sala la impresionante silla abacial del coro de monasterio de Rueda (1575) y un respaldo de una silla del coro del monasterio de Veruela (1595), ambas obras esculpidas en madera y que nunca antes habían sido expuestas en el museo.

Una nueva presentación de una colección de primera fila a la que se han incorporado nuevas piezas que ilustran perfectamente la evolución de las manifestaciones artísticas en Aragón durante ese periodo tan crucial en lo estético, filosófico y político como fue el Renacimiento.