Es un privilegio leer un periódico impreso; más aún, escribir pensando en un mensaje dirigido a un lector y para el cual se deben seleccionar las palabras adecuadas. Es la libertad de escoger un tiempo para la lectura y la reflexión. El que fuera acompañante tradicional del viaje de autobús, metro o tranvía; el invitado a nuestra casa con el cual compartíamos una taza de café o una tertulia improvisada en un bar, ha sido sustituido por otros soportes en los cuales convergen medios y diferentes plataformas tecnológicas. En la era de la Red, nadie se extraña que el periódico esté orientado hacia un lector muy concreto. Estamos en la sociedad en red en la cual Manuel Castells sabiamente ha profundizado y en donde Internet se ha constituido en el “tejido de nuestras vidas”.
Convivimos con una sociedad interconectada para las amenazas o para las oportunidades; una vida política con múltiples identidades y nuevas formas de entender la comunicación; el periodismo.
Los medios de comunicación impresos, al igual que la televisión, la radio o el cine, están replanteándose sus modelos de negocio que les permitan seguir vigentes ante la convergencia tecnológica y el avance de los servicios a los cuales podemos acceder a través de Internet. Las decisiones empresariales de abandonar las versiones impresas adoptadas por Newsweek son opciones complejas de valorar en perspectiva porque no hay garantías de éxito. Sin embargo, implican reducción de costes en recursos técnicos y humanos; decisión esencial en un contexto de crisis. Al final, es una medida que pretende un equilibrio entre en gastos, ingresos y beneficios.
El debate puede enfocarse al menos desde dos perspectivas. La primera de ella es, ¿cuál es el modelo de negocio que le permitiría a las empresas periodísticas convivir con el lector de la versión impresa y el de la versión digital? La segunda, ¿cómo se preparan los dueños, directivos, periodistas, profesores e investigadores para integrar los nuevos modelos de comunicación, humanos y mediáticos, en el proceso informativo? Son puntos de partida autónomos pero que requieren converger para que los lectores, ciudadanos asiduos al papel, al ordenador o a su smartphone puedan acceder a contenidos periodísticos de calidad. En otros términos, la clave está en no renunciar a la esencia del periodismo.
Las empresas periodísticas están incorporando paulatinamente a sus decisiones las necesidades y exigencias de una nueva audiencia que al mismo tiempo es consumidora, productora de contenidos e interviene u opina en el discurso periodístico. Hasta hace unos años el control de la información y del acceso a las fuentes informativas recaía en el profesional de la comunicación; pero actualmente, los ciudadanos pueden acceder a diversas versiones de un hecho. No obstante, la complejidad está en rescatar los valores del periodismo que son demandados en una red sobresaturada de contenidos copy-paste carentes de profundidad o de análisis. Probablemente nos hemos dejado llevar por el deslumbramiento tecnológico y algunos medios se han alejado de la naturaleza del periodismo: la búsqueda de la verdad, el rigor informativo, el contrastar los datos, la pluralidad de opiniones y la denuncia antes los hechos o situaciones que afectan a la sociedad.
El futuro del vegetal o de lo digital poco nos debe preocupar. Las empresas de comunicación podrán experimentar formulas más o menos exitosas para no dejar de estar en el mercado. Es el futuro del periodismo el tema de preocupación para la sociedad. Si se mantiene y aumenta la calidad del periodismo, y la presencia de periodistas comprometidos, podrán existir alternativas de modelos de negocio que faciliten proyectos multiplataforma; incluido el papel. La cabecera ha sido y seguirá una fuente de referencia de la calidad del medio; pero, ahora también se une la autoridad de la firma y la capacidad de contar los hechos con una visión y estilo diferente: multimedia, interactivo e hipertextual.
En la Universidad San Jorge se han realizando las jornadas online sobre las nuevas formas de hacer periodismo. Una iniciativa de los alumnos del último año de periodismo que han asumido el itinerario vinculado a contenidos digitales y que sienten la preocupación de cómo los medios tradicionales no arriesgan los suficiente para innovar en las narrativas del mundo digital; sin renunciar, al discurso periodístico del papel, la fotografía y la construcción de la noticia. Es una nueva generación que está realizando o ha realizado prácticas en medios informativos tradicionales conociendo la compleja realidad de la actividad periodística y al mismo tiempo verificando las oportunidades que Internet ofrece al profesional de la comunicación. Sin embargo, ¿están abiertas las empresas a comprender que son factibles nuevas formas de contar los hechos a los ciudadanos? En las salas de redacción surgen conceptos novedosos como la web semántica, el mobile journalism, las redes sociales integradas al proceso informativo, el ciberactivismo, el periodismo de datos, el impacto de los nuevos medios en las campañas electorales, estrategias de crowdfundig o crowdsourcing, el periodismo open source o de código abierto, el ciberespacio como el nuevo espacio público.
Los soportes tradicionales convivirán con los digitales. Se complementarán o se concentrarán en públicos concretos. Ahora bien, el periodismo y el rescate de su identidad en entramado empresarial, económico, político y social dependerán de lectores más exigentes y de profesionales comprometidos con la verdad.
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