Zaragoza.- Polifacético donde los haya, Javier Barreiro, escritor y conferenciante aragonés, ha dedicado uno de sus ensayos al folclore de la Comunidad. “Bibliografía de la jota aragonesa” es una panorámica global que ahonda en la danza, el canto y todos los entresijos que esta tradición musical popular ha mantenido a lo largo de los años y que muchos de sus paisanos desconocen.
Pregunta.- ¿Cómo ha sido su entrega y dedicación a “Biografía de la jota aragonesa”?
Respuesta.- Yo había escrito algún libro sobre la jota, concretamente me encargó Guillermo Fatás en 2001 un número de “CAI 100”, que fue una serie muy exitosa repartida por el Gobierno de Aragón. En realidad, hasta entonces no había escrito sobre la jota, aunque siempre me había gustado mucho. Ese fue un pretexto para escribir sobre aquello que me gustaba, algo que yo lo había seguido y de lo que había leído muchos libros. Fue una forma de entrar en el tema, sistematizarlo y, de alguna manera, ahondar en la jota. De este libro se vendieron 10.000 ejemplares. Después hice alguna colaboración en otros libros de la jota, también hice artículos y ahora me encuentro con esta eclosión de la jota. Aprovechando que el Gobierno de Aragón la ha declarado Bien Inmaterial del Patrimonio Universal, surgió la idea, por parte de la editorial, de hacer un libro que fuera una panorámica de la jota, un estudio globalizador desde todos sus ángulos. En la bibliografía no hay nada, los dos o tres libros que se pueden considerar como clásicos están súper agotados. La idea fue ocupar ese vacío con algunas aportaciones nuevas.
P.- ¿Qué aporta al estudio de la jota que no se sepa?
R.- El ciudadano de a pie sobre la jota sabe muy poco y los joteros, salvo excepciones, tampoco. El flamenco y la jota tienen dos historias muy paralelas: nacen prácticamente de la misma forma y tienen una evolución muy similar. Pero es a partir del siglo XX cuando, en Aragón, la jota va adquiriendo un tono más popular, lejano de las élites, mientras que las élites andaluzas acogen el flamenco. Aquí, básicamente, es una cosa de clases bajas y menestrales, entonces de la jota sabemos muy poco, primero porque no hay bibliografía y luego no hay más que salir a la calle y verlo. Me contaba el otro día el bailarín Miguel Ángel Berna que ha hecho una encuesta por los institutos de enseñanza media y una de las preguntas era sobre quiénes eran los cantadores aragoneses conocidos por los chicos. El 85% conocía a 0 y para el otro 15% el cantador más conocido era José Antonio Labordeta, que no es cantador. Por lo que de la jota no se sabe nada, ni sus estilos, ni bailes, ni cantadores más famosos. La falta de información es flamante.
P.- ¿Ha tenido algún referente o inspirador a la hora de escribir este libro?
R.- No, creo que me he leído toda la bibliografía de la jota, he aprovechado lo que había escrito, aunque insisto en que es poco. He hecho una labor de investigación fundamentalmente hemerográfica en los periódicos del siglo XIX, porque de lo que menos sabemos de la jota es de sus orígenes. También de periódicos del siglo XX, de la hemeroteca municipal, de las bibliotecas digitales. No obstante, es un campo virgen, se pueden hacer tesis doctorales respecto a cantadores, contextos, ambiente, música, cualquier cosa. La jota puede dar de sí muchísimo durante los próximos años, lo que pasa es que, como dice la copla, “ha sido una huerfanica” y no la ha adoptado nadie y se ha mantenido milagrosamente gracias a la gente, sobre todo de los pueblos. En los años de dejación de la jota la han mantenido cuatro grupos de las capitales y sobre todo el sentimiento de la gente de los pueblos, ya que ha llegado a nuestra época no gracias a los poderes públicos, sino en contra.
P.- Es experto en música popular, ¿transmite toda su experiencia musical en sus obras?
R.- La música, como todas las cosas que tienen que ver con la sensibilidad y la estética, son difícilmente explicables, como el arte. Yo en realidad soy profesor de literatura, pero en los años 80 me di cuenta de que la música popular española no estaba estudiada, ni la copla, ni el cuplé, ni la zarzuela y empecé a preocuparme de estas cosas de las que no se habían preocupado otros. “Cuando una persona quiere saber sobre un tema lo mejor que puede hacer es escribir un libro”, y, efectivamente, es así. Pero si lo han escrito otros mejor porque a mí lo que me gusta es escribir no leer. Sí que me gusta trasmitir la emoción que puede suscitar la música a través de la escritura, pero la misión del escritor no es esa, sino explicar a aquel que ya venga fascinado por dicha música lo que tenga que saber, contextos, entornos, orígenes… es decir, hacérsela entender mejor. Lo mismo que para que nos guste una música no necesitamos entenderla, y con el arte sucede lo mismo. La literatura es diferente, para que nos guste la literatura necesitamos entenderla, por lo que es un arte diferente.
P.- Una de sus últimas publicaciones es “Cuentos gnómicos”, en el que han colaborado los futbolísticos Pardeza y Petón, ¿cómo realiza estas colaboraciones?
R.- Es una edición, es decir, es un libro de Tomás Borrás, un escritor vanguardista y a la vez falangista, y que fue un periodista muy importante de la España de la Edad de Plata. Así como todos los escritores de su hornada han sido reeditados, éste que es mejor y no había sido reeditado, entonces, de su inmensa obra, uno de sus aspectos menos conocidos es el cuento gnómico. El cuento gnómico es algo muy parecido a lo que viene a ser hoy el microrelato. Los escritores de microrelato no conocían a Tomás Borrás, por lo que, otra vez, la misión de esta edición fue eso. Recurrí a estos dos amigos, que también son grandes amigos de la literatura que me hicieron el análisis literario y la bibliografía, respectivamente. Yo hice la antología, introducción y edición, es decir, el aparato filológico.
P.- Poesía, cuentos, relatos… ¿cree que destaca en algún género por encima de otros? ¿Con cuál se siente más a gusto?
R.- Yo me siento más a gusto saltando porque siempre he sido muy disperso. Necesito escribir varios libros a la vez porque hay momentos en los que estás bloqueado y no te vienen ideas a la cabeza, entonces lo que te apetece es hacer otra cosa, es una forma de vivir como cualquier otra. En todas mis actividades soy así y me gusta pasar de una cosa a otra y cuanto más diferentes sean mejor, me canso de todo.
P.- Ha realizado cursos en las facultades de Hispanística de las universidades de Heidelberg y Milán, ¿qué temas trata? ¿Cuáles son sus favoritos?
R.- En principio, a mí me gusta tratar los temas que propongo yo, como es natural, las cosas que a mí me gustan no siempre coinciden con lo que los demás piden. Por eso yo que fui creador, al final, como lo que te piden no son poemas ni cuentos, publicas más biografías, estudios y similares, antes que que de estos géneros. Cuando hablas sucede lo mismo, te suelen pedir otro tipo de cosas pero, a la hora de hablar, lo que prima es el entusiasmo. Si consigues desde el principio poner energía y comunicar de tal manera que llegue a tus espectadores y utilizando los recursos necesarios, la gente se interesa por las cosas más variopintas. Todos tenemos muchas más potencialidades de las que creemos tener, por lo que, cuando hay receptividad, comunicación verbal y no verbal y entusiasmo, uno es mucho más inteligente y penetra más de lo que se pretende. Las cosas hay que hacerlas con gusto.
P.- Desde sus comienzos obtuvo premios de gran reconocimiento literario pero también ha sido jurado, ¿cómo se siente estando al otro lado y decidiendo sobre un galardón?
R.- Hace mucho que no me presento a premios porque considero que los premios son para jóvenes. Cuando se tienen tantos libros da un poco de vergüenza entrar a competir. Si no me hace falta en un momento dado el dinero del premio no lo haré, ya que hace años que no compito. De jurado tampoco me gusta, el jurado tiene un problema. Primero la responsabilidad de equivocarse, y segundo, y sobre todo, que si se han presentado 50 vas a tener desde ese momento 49 enemigos, entonces ganas muy poco. Además, a los jurados en casi ningún sitio les pagan, dan un detallito. Entonces no me siento bien como jurado y procuraré serlo las mínimas veces posibles. Algunos lo consideran un honor, un reconocimiento a tu competencia, pero yo creo que es mucho más el inconveniente que la ventaja.
P.- Hábleme de su Blog ¿cómo y para qué lo utiliza?
R.- Yo siempre tuve cierta manía a estos blogs en los que la gente cuenta lo que le pasa cada día, por lo que el mío tiene un sentido únicamente de rescate. Yo he publicado muchos artículos y tengo muchos libros agotados, entonces, lo que hago en mi blog es recuperar artículos que están en una revista de Valencia de 1821, por ejemplo, que va a mirar una persona al año en una biblioteca. Es una forma de mantener vivos todos esos escritos, a mi juicio interesantes, que he ido haciendo a lo largo de mi vida. Cuando saqué el blog hace unos dos años no había nada y ahora ya he publicado más de 200 artículos. Procuro relacionarlos con algún acontecimiento de actualidad. Y así puede tener un número mayor de visitas. Me parece que tuve un acierto al reengancharme a esta especie de diario adolescente.
P.- ¿El futuro está en la era digital?
R.- Parece que sí, pero seguro que después de la era digital van a venir otras eras. De todas formas, por muchas eras que vayan viniendo y por mucho que cambie la vida cotidiana y nuestro entorno, los problemas de la gente siguen siendo los mismos: el amor, la muerte… lo de siempre. Me siento muy afortunado por haber nacido en mi era y haber cambiado a lo que es ahora.
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