La danza del vientre, más que un baile

Unas 1.800 personas han aprendido danza del vientre en Zaragoza gracias a la escuela de Antonia Azahara. Se trata de una disciplina artística con múltiples beneficios para la salud de la mujer, que además estimula la creatividad y mejora la autoestima; un baile al alcance de todos y una forma de expresar con movimientos la música árabe.

Zaragoza.- En el número 18 de la calle Mariano Barbasán de Zaragoza hay una puerta que conduce directamente al Oriente mítico y antiguo de Las mil y una noches. El aroma a incienso y la música árabe inundan un espacio de colores cálidos y motivos orientales, donde abundan las alfombras, los cojines con estampados dorados, las lámparas de luz tenue, las cortinas que separan unas salas de otras y los trajes brillantes. Es el estudio de Antonia Azahara, una brasileña apasionada por la cultura árabe que enseña danza del vientre en Zaragoza desde hace siete años.

En este tiempo han pasado por su escuela alrededor de 1.800 alumnos y en la actualidad asisten a las clases unos 250, en distintos niveles. La mayoría son mujeres; algunas con ganas de hacer ejercicio y pasar un buen rato, y otras formándose a nivel profesional. Antonia asegura que todo el mundo puede practicar la danza oriental –a la que los occidentales hemos bautizamos como danza del vientre- y en su estudio hay niñas desde los cinco años y mujeres de hasta sesenta.

Para obtener resultados, no obstante, se exige un esfuerzo constante. “Siempre me ha gustado este tipo de danza y aunque sabía que es muy difícil al final me he atrevido a apuntarme. Creo que es el baile más difícil que existe pero con el tiempo espero ir mejorando”, cuenta Mónica, una alumna del nivel de iniciación.

“Estamos en un momento de la vida en que todos estamos en una búsqueda infinita de nosotros mismos. Hay personas que quieren aprender danza del vientre para parecerse a Shakira y esperan resultados inmediatos, porque estamos acostumbrados a conseguir al instante todo lo que queremos. Sin embargo, dominar la danza del vientre requiere mucho tiempo y los alumnos tienen que ser conscientes”, explica la profesora.

Antonia Azahara cree que en Zaragoza hay un buen mercado para este tipo de danza, aunque “todavía hay muchas actitudes conservadoras”, y cree que enseñar este baile es una forma de divulgar la cultura árabe, algo que también hace a través de su propia compañía de danza, que en noviembre estrenó el espectáculo Ra-Saouni, y de la participación en festivales de toda España.

La escuela tiene actualmente unas 250 alumnas
La escuela tiene actualmente unas 250 alumnas

Mucho más que un baile sensual

La danza oriental se utilizaba originalmente en rituales de fertilidad para la mujer. “Es un baile en el que se trabaja la sensualidad, la feminidad, la autoestima y el conocimiento del propio cuerpo, además de la concentración espiritual”, explica Antonia. No obstante, esta profesional es partidaria de que la danza del vientre no se vea solo desde esta perspectiva, y afirma que en su escuela es una disciplina artística y de educación física.

“Es un baile de los más bonitos que existen. La gente debería animarse a probarlo sin ningún tipo de tabú”, afirma Noelia, una de sus alumnas. “Te sientes realizada porque es un baile muy femenino, y al ser mujer te ves haciendo cosas que con otros bailes no puedes hacer, porque no tienes acceso a ese tipo de movimientos. Es diferente y eso está muy bien”, añade.

Las danzas orientales, sin embargo, también son cosa de hombres. “La mujer árabe tuvo prohibido bailar la danza del vientre durante mucho tiempo y los hombres fueron quienes hicieron que este tipo de danza perdurara hasta hoy. La mayoría de mis maestros son hombres y lo hacen genial. Un hombre puede bailar como una mujer, aunque nos parezca antiestético verlo realizar movimientos tan femeninos”, explica Antonia. Algunas modalidades como el baile con bastón o el baile con sable, además, han estado tradicionalmente vinculadas a la figura masculina.

Beneficios para la salud

“Los médicos recomiendan practicar danza del vientre; tiene muchos beneficios para el cuerpo de la mujer”, cuenta Antonia. Sus alumnas lo confirman: “Tengo problemas de espalda, en la columna vertebral, y he notado que estoy mucho mejor. Durante las clases no tengo ningún tipo de dolor y los días siguientes me noto mucho más liberada. Lo compagino con natación y creo que las dos actividades juntas hacen muchísimo más”, dice Noelia. Su compañera, que también se llama Noelia, reconoce que el aspecto artístico del baile fue lo que más atrajo su atención al principio, pero que con el tiempo ha notado una mejora en un dolor lumbar que padece y tiene menos rígidas las articulaciones.

La profesora asegura que practicar este tipo de baile corrige la postura, mejora los contornos de brazos y hombros, tonifica y fortalece la musculatura abdominal, quema calorías, aumenta la circulación sanguínea y mejora la flexibilidad. Además de estos beneficios físicos, la danza del vientre también estimula la creatividad y la sensualidad, favorece la autoestima, combate la depresión y ayuda a relajar el cuerpo y la mente.

Al bailar se activan todos los músculos del cuerpo de una forma entretenida. “Al principio me dolía todo pero cada vez me noto más ágil y me gusta mucho. Ir al gimnasio me resultaba más monótono, aquí estás entre amigas y te lo pasas mucho mejor”, afirma Rebeca.

Antonia Azahara tiene esta escuela desde hace siete años
Antonia Azahara tiene esta escuela desde hace siete años

Los beneficios para la salud de las mujeres van más allá. Los movimientos de ondulación masajean los órganos internos, de forma que se reduce el dolor menstrual, y los propios endocrinos recomiendan este tipo de baile para prevenir y aligerar algunos de los síntomas de la menopausia. Al fortalecer la musculatura pélvica baja, por ejemplo, la danza del vientre ayuda a evitar las pérdidas de orina.

Ver la música

La danza oriental se ha formado a partir de los diferentes folclores de países del Norte de África y de Oriente Próximo, aunque también ha incorporado elementos de fantasía menos tradicionales como el velo y las alas de Isis. El baile está muy ligado la música árabe, “que es muy compleja, no tiene nada que ver con la occidental y es más difícil de aprender”, según Antonia Azahara.

“Cada instrumento tiene su propio origen y su propia cultura, y tiene un sonido distinto. Hacer un baile de danza oriental no es solo poner la música y moverse como uno quiera. Cada instrumento tiene su tono de nota, y cada tono de nota requiere un movimiento distinto”, explica.

Entre los instrumentos de viento destacan el naí, el kawala y el acordeón. De cuerda, son típicos el laúd, el rabab, el violín y el kanun. Además es fundamental la percusión, con panderetas o daffs, los crótalos y la darbuka. “Todos ellos generan la música árabe y elevan determinados sentimientos. Cada instrumento pide un movimiento. Lo que haces con tu cuerpo sirve para que el instrumento no sea solo escuchado sino también percibido visualmente”.