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Domingo, 4 de junio de 2023
Zaragoza
22/9/2015

Hallan en Tarazona un lagar celtibérico para la producción de vino de 2.000 años de antigüedad

Fernando Orte
Zona donde se ha hallado el lagar
Zona donde se ha hallado el lagar

Tarazona.- Investigadores del Centro de Estudios Turiasonenses (CET) han descubierto un lagar celtibérico para la producción de vino de más de 2.000 años de antigüedad. Está ubicado en un yacimiento en el término de La Dehesa, en Tarazona, donde también hay restos de un posible almacén repleto de cerámica. El hallazgo se produjo el pasado mes de agosto, en el transcurso de una excavación arqueológica.

Tal y como explica su responsable, es un lagar “de trullo” hecho con mortero de cal, de color blanco característico; tiene forma rectangular y un metro de profundidad aproximadamente. “Conserva cuatro apoyos que servirían para poder una pequeña tarima donde pisar en un primer momento la uva”, comenta Carlos García. Además, en una de sus esquinas hay “una pequeña estructura semicircular donde se podría apoyar una prensa para poder volver a hacer un segundo prensado de la uva”.

Todo ello evidencia el uso vitícola del lugar, donde aparecieron numerosos vestigios de cerámica que corresponderían a vasijas de almacenaje de entre mediados del siglo II y el primer cuarto del siglo I a.C. “Estamos en el tránsito entre el mundo celtibérico y los inicios del mundo romano, es uno de los lagares para vino más antiguos en Aragón”, asegura el arqueólogo.

Plomos de una red de pesca

El yacimiento está ubicado en la base de una pequeña loma cortada por un camino y un ramal de la acequia Magallón. Los trabajos de limpieza de ese canal -que destruyeron parte del asentamiento- motivaron que el CET planteara la intervención sobre un tercio de su superficie. El Ayuntamiento de Tarazona procedió al entubamiento de la acequia, actuación que sacó a la luz otro importante hallazgo: más de un centenar de plomos, que corresponderían a una red de pesca fluvial.

“Muchos de ellos estaban desenrollados, es decir, que ya no estaban utilizándose para este cometido. Esto nos indicaba que también aquí había una transformación de metal, en este caso del plomo”, indica Carlos García. Una segunda campaña el próximo verano podría despejar algunas incógnitas de este yacimiento, que no es el único que existe en la zona. De hecho, forma parte de un conjunto de emplazamientos de un horizonte cultural similar, que están a menos de 500 metros y formarían un núcleo habitacional cuya entidad habrá que determinar.

 Con esta actuación, el Centro de Estudios Turiasonenses continúa y prolonga su labor de investigación y difusión arqueológica iniciada hace más de 30 años. 

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