Aragón ha sufrido en 2015 el segundo año con más superficie forestal arrasada de las últimas dos décadas, sólo por detrás de 2009. La temporada se ha saldado con 316 siniestros, de los que 114 se produjeron en Huesca, 128 en Zaragoza y 74 en Teruel. A esta pésima estadística ha contribuido una primavera seca y una ola de calor subsahariana muy prolongada en julio.
Aunque contra las inclemencias meteorológicas apenas se pueda luchar, hay que seguir apostando por la prevención porque la gran mayoría de incendios se produce por negligencias. Para frenar desastres ecológicos en los pulmones verdes de la Comunidad, la inversión en recursos técnicos y humanos es esencial. No hay que olvidar que muchas personas viven de los montes y un incendio forestal puede tener consecuencias graves para las economías locales y comarcales, carentes muchas de ellas de una alternativa que pueda servir de motor económico.
Por todo ello, cuanto antes se empiece a trabajar, mejor. La limpieza no solo deben hacerla las brigadas, sino que se debe buscar la ayuda de la iniciativa privada. La ganadería extensiva siempre ha sido la mejor aliada en la lucha contra el fuego y debe volver a serlo. Esta actividad no solo ayuda a la prevención, también permite generar desarrollo económico y ayuda a fijar población en el territorio.
Desde el gran incendio de Castanesa, ocurrido en 2012, la inversión económica en los operativos contra los incendios se ha mantenido. Por eso, los presupuestos de 2016 tienen que apostar por fuertes inversiones en estas campañas y, si es posible, aumentar la dotación. Los incendios forestales son una lacra contra la que hay que luchar y no escatimar en recursos.