Un informe sobre la población inmigrante en Aragón en 2014 revela que el paro en este colectivo ha crecido 24 puntos desde 2008 y que la crisis ha agrandado la diferencia que existe entre éste y la población autóctona. Eso sí, también refleja una incipiente recuperación económica al haberse dado un descenso en casi tres puntos en la tasa de paro con respecto a 2013.
Los inmigrantes fueron una mano de obra necesaria en décadas anteriores, pero la situación económica durante estos años de crisis ha llevado a 15.000 personas foráneas a abandonar la Comunidad aragonesa. Lo han hecho ante la falta de oportunidades, pero también de una red de apoyo familiar que sí han tenido la gran mayoría de aragoneses parados de larga duración.
Las familias han sostenido la precariedad de los hogares ante unos recursos cada vez más escasos en la administración lastrada por la deuda. Ese mismo endeudamiento ha dejado a muchos sin nada, por lo que coger las maletas y volver a comenzar a andar un nuevo camino ha sido la única salida.
Lo han hecho los inmigrantes pero también los jóvenes aragoneses cualificados. Para unos y para otros deben implementarse medidas que les devuelvan al mercado de trabajo. En el primer caso deberá pasar por la formación para su empleabilidad, aprovechando así una población con sangre joven y que garantice futuro en un Aragón disperso, envejecido y despoblado. Para el segundo caso, con programas de incentivos a la contratación de emigrados que aporten conocimiento al sistema productivo. Esta última es una promesa electoral del presidente Javier Lambán, un plan integral del retorno del talento.
