Javier Carmona: "La investigación es una inversión de futuro para el país, que generará cambios y riqueza"

El turolense Javier Carmona es licenciado en Ciencias Geológicas y trabaja en el Observatorio del Ebro. Durante siete semanas permanecerá en la Antártida para desarrollar su trabajo. Considera que la investigación es una inversión de futuro para el país, que generará cambios en el sistema productivo y riqueza.

Zaragoza.- Javier Carmona es licenciado en Ciencias Geológicas por la Universidad de Zaragoza y trabaja como técnico especialista de Organismos Públicos de Investigación en el Observatorio del Ebro (CSIC-Universidad Ramón Llull). Natural del municipio de Mas de las Matas, este turolense de 35 años partió el 28 de diciembre hacia la Antártida y permanecerá allí durante siete semanas.

El Observatorio del Ebro (OE) es un instituto de investigación fundado en 1904 por la Compañía de Jesús para estudiar las relaciones Sol-Tierra. Ha destacado en el estudio de las corrientes telúricas, la electricidad atmosférica, la actividad solar y geomagnética, la sismología y la ionosfera terrestre.

Pregunta.- ¿En qué consiste su trabajo diario?
Respuesta.- Mi labor en el OE consiste en el tratamiento de datos, datos sobre todo geomagnéticos y de ionosfera. En el OE nos encargamos de registrar las variaciones que se observan en el campo geomagnético de la Tierra debido a las interacciones entre la actividad solar, la ionosfera, la parte más superficial de la corteza terrestre con el propio campo geomagnético.

También hacemos estudios ionosféricos. La ionosfera es una capa que está comprendida entre 70 y 700 kilómetros por encima de nosotros, donde los gases atmosféricos, los pocos que hay a esa altura, porque la densidad es muy baja, están ionizados. La interacción entre las partículas que envía el Sol con los gases, generan una ionización que en las altas latitudes se manifiesta como auroras boreales y australes.

La ionosfera es una capa muy importante bajo el punto de vista de las telecomunicaciones, ya que es la responsable de que por ejemplo, las ondas de radio enviadas desde Europa reboten y se reciban en América. Además la presencia de esta capa afecta a la transmisión y recepción de información por parte de los satélites ya que, si bien es opaca para algunas frecuencias rebotando la señal, es invisible para otras, por lo que debe tenerse muy en cuenta en comunicaciones con satélites.

P.- ¿Por qué va a la Antártida?
R.- El OE es una institución que lleva 20 años haciendo mediciones del campo geomagnético en la Antártida, siendo uno de los organismos que mayor serie histórica en este campo del conocimiento tiene en el continente helado.

Al ser latitudes extremas, la variación del campo magnético se puede medir mejor, precisamente por su situación geográfica. Esto lo convierte en puntos muy interesantes a la hora de medir ciertas interacciones que a lo mejor aquí, en latitudes como la de España, no se pueden medir.

P.- ¿Qué va a hacer allí exactamente?
R.- Aparte de seguir con las series históricas, esta campaña vamos a hacer la preinstalación de un dispositivo que servirá para medir el campo magnético de forma absoluta durante el invierno austral, ya que ahora estas mediciones se hacen de forma manual y solo durante el verano antártico.

Carmona posa con una base búlgara de fondo
Carmona posa con una base búlgara de fondo

La instalación del dispositivo se hará durante la próxima campaña. Ahora vamos a hacer la instalación preliminar de la estructura donde irá alojado.

P.- ¿Va a tener consecuencias internacionales esta instalación?
R-. Sí. Esto nos va a permitir que la estación magnética de la isla de Livignston entre en la Red Internacional de Intermagnet, donde los observatorios magnéticos ponen a disposición de la comunidad científica los datos que han registrado. Así los distintos investigadores de cualquier parte del mundo tienen acceso libre a este tipo de datos.

P.- ¿Es la primera vez que va? ¿Va acompañado?
R.- Sí, es la primera vez que voy. Estas campañas se estructuran en dos fases. Una persona va en la primera y otra en la segunda. Un compañero ya ha estado allí y yo me encargo de la segunda parte. Coincidiremos durante quince días donde me instruirá en las labores propias de la estación antártica.

P.- ¿Cómo es el viaje hasta que llegan a su lugar de trabajo?
R.- Para desplazarnos hasta aquí se va en avión hasta Argentina, primero a Buenos Aires y después hasta Ushuaia. Luego, durante tres días, se viaja en el buque de investigación Oceanográfica Hespérides, que nos trae hasta la isla de Livignston, donde se encuentra la Base Española Juan Carlos I.

P.- ¿Cómo se afronta un viaje de estas características? ¿Es necesaria alguna preparación especial?
P.- Realmente no son situaciones extremas. Hay que tener en cuenta que vamos en el verano austral y las temperaturas oscilan entre los 5 y los -5 grados. El problema realmente es el viento. Es una zona muy ventosa y cuanto la velocidad del viento adquiere cierta magnitud es complicado trabajar. Respecto a las temperaturas, la presencia del mar hace que se amortigüen, por lo que en general no estamos a temperaturas muy bajas.

No se requiere ningún tipo de formación de supervivencia, aunque sí es necesario llevar la equipación adecuada similar a la de alta montaña.

P.- ¿Cómo ha sido la llegada?
R.- La verdad que el camino hasta la base española fue muy fácil, tuvimos un trayecto calmado durante la travesía a través del mar de Hoces. Así que tras tres días de navegación llegamos por fin a la base donde todo el personal, científico y técnico, nos recibió muy calurosamente.

P.- ¿Cómo están siendo los primeros compases del trabajo?
R.- Los primeros días han sido una maravilla porque todo es novedad. Pese a alguna complicación propia de nuestro trabajo, uno se siente muy privilegiado de estar aquí. Por ejemplo, al salir de la base para ver nuestros equipos de medición, nos encontramos pingüinos y focas. En ocasiones parece que tienen más curiosidad ellos en nosotros que no al revés. El entorno es difícil de describir con palabras, glaciares por todos los sitios e icebergs en el mar, un sitio alucinante.

P.- ¿Qué tal la adaptación?
R.- La adaptación ha ido muy bien. Están remodelando la base en estos momentos. Aparte del personal científico y técnico, hay un grupo de obreros acabando la base nueva, unas obras que durarán esta campaña y la del año que viene, por lo que ahora nosotros nos alojamos en un lugar provisional. La verdad que uno se adapta rápido a esta nueva experiencia.

P.- ¿Cómo describiría la situación de la investigación en España?
R.- Está claro que la investigación no pasa su mejor momento, pero la verdad es que con los pocos recursos que hay, el personal científico del país es de máximo nivel. Hay investigación de calidad, pero ineludiblemente para hacer investigación se necesita financiación.

El buque Oceanográfica Hespérides es el encargado de trasladar a los investigadores hasta el terreno. Fotografía: www.csic.es
El buque Oceanográfica Hespérides es el encargado de trasladar a los investigadores hasta el terreno. Fotografía: www.csic.es

Yo creo que la investigación es una inversión para el futuro del país. El problema es que los resultados son a largo plazo y a veces resulta complicado financiar investigaciones que tengan duración prolongada. Considero que un nuevo modelo productivo, en el que el sector de la investigación y desarrollo (I+D) tenga un mayor papel en la sociedad, repercutirá en el futuro en cambios y riqueza para el país.

P.- ¿Cómo valora que el OE lleve 20 años en la Antártida?
R.- La verdad es que la labor que se ha llevado aquí es muy importante. En ocasiones es complicado hacer entender a la población la razón por la que se invierte dinero para este tipo de investigaciones. Es importante precisamente porque la interacción del Sol con el campo magnético de la Tierra nos afecta más de lo que nos parece en nuestra vida cotidiana.

De hecho, la actividad de las tormentas solares perturban el campo geomagnético, afectando directamente a las telecomunicaciones e incluso en el trasporte de la corriente eléctrica hasta nuestros hogares. El mayor conocimiento del comportamiento del campo en estas situaciones permite desarrollar modelos que ayuden a pronosticar y minimizar los efectos de una tormenta solar de magnitud considerable.