Psiquiatría infanto-juvenil

La Psiquiatría infantil está basada en la premisa de que “un niño no es un adulto pequeño” y por ese motivo, es muy importante conocer todas las singularidades de estas etapas de desarrollo. Las patologías psiquiátricas se manifiestan de manera distinta en las diversas etapas del ciclo vital de la persona y precisan de una asistencia psiquiátrica y psicológica específica.

La niñez y la adolescencia, como todos sabemos, son unos periodos de la vida característicos y muy distintos a la edad adulta en multitud de aspectos. Los niños vivencian, sienten, se relacionan y se comportan de una manera específica, a veces difícil de comprender para los adultos. Son etapas muy relevantes a la hora de fijar patrones emocionales donde se dan importantes acontecimientos psicoevolutivos como el desarrollo cognitivo, las relaciones con familia y amigos, el desarrollo de las habilidades sociales, factores de aprendizaje…

La Psiquiatría infantil está basada en la premisa de que “un niño no es un adulto pequeño” y por ese motivo, es muy importante conocer todas las singularidades de estas etapas de desarrollo. Las patologías psiquiátricas se manifiestan de manera distinta en las diversas etapas del ciclo vital de la persona y precisan de  una asistencia psiquiátrica y psicológica específica. 

Para realizar este abordaje terapéutico de la manera más completa, muchas veces puede ser necesaria una estrecha colaboración con los entornos vitales del niño o adolescente (familia, centro educativo…), siempre teniendo en cuenta las características concretas de cada menor. 

Una atención a tiempo, llevada a cabo por un especialista en psiquiatría o psicología, puede suponer una incalculable ayuda que favorezca la adaptación del niño a las siguientes etapas vitales, influyendo en la trayectoria de las relaciones familiares, los resultados académicos y la capacidad de interacción de los niños en su entorno. 

Existen algunas señales que pueden alertarnos de la necesidad de buscar ayuda especializada. Hay que prestar atención a la aparición de dificultades de aprendizaje en la escuela, problemas de interacción social, o problemas físicos que parezcan de origen emocional. En el caso de que aparezcan estas señales de alarma es necesario ayudar al menor y a su familia a través de una atención especializada. Las dificultades de aprendizaje serán abordadas en primer lugar por el propio colegio, a través de su departamento de atención psicopedagógica. Cuando los problemas están relacionados con factores emocionales, anímicos, de comportamiento o relacionales, se deberá acudir a un profesional de la psiquiatría.  Un tratamiento temprano puede ayudar a evitar complicaciones posteriores,  y favorecer un correcto desarrollo psicoemocional y unas relaciones familiares armónicas.

Tratamiento

En el tratamiento de menores, es habitual que los padres asistan a parte de la sesión y que sean informados de la evolución de su hijo/a. Aunque existen diferentes abordajes psicoterapéuticos, es muy habitual el enfoque cognitivo-conductual así como el entrenamiento en manejo de emociones.  Se trata de ayudar al niño a manejar sus reacciones emocionales a través del aprendizaje de pautas de conducta y a mejorar su relación con compañeros y familia. En este sentido, también puede ser necesario ayudar a los padres en el manejo de algunas pautas educacionales y de manejo de la afectividad. El entrenamiento en técnicas de relajación, conciencia corporal y control de impulsos, puede ser muy útil también. Otra alternativa de tratamiento  es la Terapia Familiar Sistémica. Esta disciplina aborda los problemas y dificultades que surgen en la dinámica familiar. Está  considerada por multitud de expertos como la terapia de primera elección en el tratamiento de niños y adolescentes debido a la gran importancia de los vínculos familiares durante estas etapas de la vida. El tratamiento farmacológico puede ser necesario en algunos casos, siempre con el consentimiento de sus padres o tutores, y es importante mantener un seguimiento periódico para el control del mismo. En algunas ocasiones, la realización de pruebas psicométricas puede ser de importante ayuda para valorar diferentes aspectos y capacidades de los niños o adolescentes que permitan planificar un tratamiento de forma más específico.