Opinión

El carbón

Cuando llegué a Zaragoza, en octubre de 1982, para comenzar a trabajar en General Motors España (GME) había superado en Asturias el reconocimiento médico para empezar a trabajar en la minería privada.

Cuando llegué a Zaragoza, en octubre de 1982, para comenzar a trabajar en General Motors España (GME) había superado en Asturias el reconocimiento médico para empezar a trabajar en la minería privada.

De las dos opciones que tuve decidí apostar por Aragón para desarrollar mi actividad profesional en el sector del automóvil, considerando que era la más interesante y de mayor proyección de futuro.

En el año 1979 estaba en Madrid, formando parte de la Comisión Ejecutiva Federal de UGT-Metal, cuyo secretario general era José Luis Corcuera. Por aquel entonces ya se sabía que GME venía a España, pero el lugar elegido, en un primer momento, era Asturias. Siendo el eje fundamental de la negociación entre la administración y los sindicatos el cierre de toda la minería a cambio de la instalación de la gran multinacional. GME decidió Asturias por la salida de su producto por el mar. Ello no fue posible.

El Sindicato de los Obreros Mineros de Asturias (SOMA) de UGT se opuso a la propuesta del Gobierno de Unión de Centro Democrático (UCD), que presidía Adolfo Suárez. Sobre todo lo hizo Fernández Villa, líder del SOMA, que veía cómo su poder sindical y político perdería peso e influencia en la Comunidad de Asturias y en el PSOE. Es necesario recordar que en la minería asturiana la afiliación sindical estaba muy cerca del 100%. El SOMA tenía 9.000 afiliados aproximadamente. La minería asturiana contaba con unos 30.000 trabajadores.

UCD no podía permitirse que GME no se implantara en España y consiguió que viniese a Aragón. Evidentemente con facilidades de pago.

Con la llegada al gobierno de los socialistas, en el año 1982, Felipe González y su gabinete negoció la entrada de España en la Unión Europea (UE), en el año 1986, lo cual –como bien sabemos–llevaba implícito, entre otros temas, la minería del carbón, la siderurgia y el sector naval, doblegando a los trabajadores mineros, a través de un gran acuerdo económico, con los sindicatos que mantenía las condiciones salariales. Todo ello representó, en el caso de Asturias, el cierre de la minería a través de una gran reestructuración, que está a punto de culminar o al menos así apuntan las previsiones, en este año 2019, con el despido de unos 1.200 trabajadores, ¿será el apagón? En el año 1982, la minería tenía unos 28.000 trabajadores. El impacto de la gran reestructuración (minería, siderurgia, naval) supuso para Asturias, en estos últimos 30 años, la destrucción de más de 250.000 empleos. Y para toda la cornisa cantábrica: el País Vasco, Cantabria y Asturias, ¡qué impacto económico y social!

Hoy, cuando voy a Asturias, veo lo que ha supuesto la gran reestructuración en las cuencas mineras: comercio, hostelería, vivienda, número de habitantes…

Va a cerrar la térmica de Teruel y, ahora, se les ocurre: “Comisión Express”, para encontrar una salida a la decisión de Endesa de finiquitar cientos de puestos de trabajo de un plumazo.

¿Los llamados fondos mineros? En Asturias fueron invertidos, en algunos casos, en grandes edificios sin contenido o sin presupuesto para su funcionamiento.

Teruel también ha recibido cantidades muy importantes de los fondos populares Miner. Existe literatura y hemeroteca para leer sobre los más de 24.000 millones recibidos por España, desde el año 1990. Las Cortes de Aragón y los diferentes gobiernos de la Comunidad tienen información suficiente sobre el fiasco de la inversión: de la cementera multinacional Cemex o de la planta de prefabricado para arquitectura de la gallega Castelo… Por citar alguno de los proyectos fracasados y desmantelados ¿Desastre? ¿Dejadez? ¿Mala gestión? ¿Incapacidad? ¿Miopía política?...

En el año 2010, el suplemento de El País Asturias escribía “Del carbón al ratón”: “En la última década, la apuesta por la tecnología y la investigación ha transformado al Principado económica, social y culturalmente”

En el pueblo, de Sotrondio, donde crecí, yo no lo veo así.