“Soy lo que come, eres el que me come, somos lo que comemos” o cómo reflexionar con un plato de comida delante

Magda Bandera y Tatiana Donoso son las autoras de la exposición que este jueves abrirá sus puertas en el Cuarto Espacio de Zaragoza. Lleva un sugerente título que parece un trabalenguas “Soy lo que come, eres el que me come, somos lo que comemos”, pero que logra cautivar con una reflexión sobre la comida y la vida de los inmigrantes.

Zaragoza.- Comida, cultura, clase social e inmigración. La muestra que este jueves abrirá sus puertas en el Cuarto Espacio de Zaragoza narra con textos e imágenes un drama social a través de los platos de comida y de los hogares de los inmigrantes o de los españoles con los que se topan en el camino las miles de personas que intentan llegar a España para lograr su sueño. El título de la exposición, “Soy lo que come, eres el que me come, somos lo que comemos” parece un chiste fácil, pero plantea una dura reflexión sobre el mundo.

“Cuando nos planteamos el tema de la inmigración nos interesó vincularlo a la alimentación y de cómo una persona que está mejor alimentada, tiene más posibilidades de mejorar el lugar que ocupa en la vida”, ha explicado Tatiana Donoso, autora de la muestra junto a Magda Bandera. Durante un viaje a Kosovo hace dos años, comprobaron las deficiencias nutricionales de muchos serbios y pensaron en este nuevo proyecto que han podido llevar a cabo gracias a la beca Creación Norte (patrocinada por la Fundación Norte y la DPZ) que ganaron el año pasado.

De esta forma nació “Soy lo que come, eres el que me come, somos lo que comemos”, un viaje paralelo al inmigrante y que documenta no sólo su experiencia sino la de toda la gente con la que se va encontrando. Pero siempre desde el mismo punto de vista: la alimentación. “Todo está vinculado a comer, pero más que comer vienen por la necesidad de mejorar el estatus o de romper la rutina de comer todos los días arroz. Pero también nosotros comemos arroz”, ha confesado Magda Bandera. Y ha añadido: “Cuando vemos que es tan parecido su plato al nuestro, te descolocas, pero cuando ves el lugar donde lo están comiendo ellos y donde lo comemos nosotros, nuestros salones y los suyos, te das cuenta de cuál es su motivación para venir”.

Así, la exposición está compuesta por dieciocho lonas en las que aparecen siempre tres fotografías: plato de comida, retrato del personaje y lugar donde come. Comparar unos y otros facilita la reflexión del espectador, que no podrá entender cómo un plato de arroz muy parecido puede comerse encima de un banco de madera o en un salón con cortinas de seda. Además, para completar la información visual de Tatiana Donoso, la periodista Magda Bandera apoya las fotografías con detalles calóricos y con los motivos y las experiencias vitales de todas las personas. Las calorías podrían tener un componente anecdótico, pero adquieren un matiz diferente al comparar las 1.170 que ingiere el agente de la Guardia Civil que los espera en las costas españolas con las 190 del almuerzo de un pescador repatriado en Senegal.

Placer estético y reflexivo

¿Arte o periodismo? “El arte si no cuenta nada no es nada, siempre tiene la pretensión de contar algo. Contar cosas no está vinculado al periodismo y dejar de contarlas no está vinculado al arte”, ha respondido Donoso. No en vano, el arte que respira esta muestra se completa con una reflexión capaz de aparecer en cualquier soporte periodístico. También este compromiso social es uno de los objetivos de la Fundación Norte, que dirige Ana Revilla, y que le otorgó la beca el año pasado: “Nosotros buscamos que el arte transmita valores, que pueda generar diálogo, que pueda hacer cuestionarse al espectador determinadas ideas, sentimientos… provocar no sólo placer estético sino utilizar también esas vías de creación como forma de reflexión”, ha subrayado Revilla.

También la presidenta de la Comisión de Cultura de la DPZ, Cristina Palacín, se ha referido al componente social de la muestra: “Este proyecto retrata el fenómeno de la inmigración de una manera muy inteligente puesto que recrea todo ese itinerario buscando la empatía con el espectador. Prácticamente están retratados todos los espacios y todas las personas por los que pasa esa persona que decide salir de su casa buscando un mundo mejor”.

Sin embargo, ese mundo mejor se convierte en el “fracaso del sueño”, en palabras de Donoso. “Ellos sueñan allí, porque lo ven en televisión, que van a tener una casa, un coche, un móvil, pero no se plantean el precio que tienen que pagar. Y el precio es muy alto”, ha añadido. Primero deben abandonar a sus familias y estar en un país extranjero completamente solos, siempre y cuando lleguen vivos. Muchos de ellos ni siquiera saben cocinar y ganan el dinero justo para poder enviar algo a sus países de origen. Pero, “son muy orgullosos y no reconocen que les ha ido mal cuando vuelven”, ha confesado Bandera. Y ha continuado: “Y además son muy ostentosos, cuando vuelven se hacen la casa más grande, se casan con dos mujeres…”. Así que en el fondo, sí que consiguen su sueño cuando vuelven a casa: consiguen un estatus ficticio por el dinero que han ganado, se hacen la casa más grande y logran el respeto de todos los mayores.

“Soy lo que come, eres el que me come, somos lo que comemos” podrá verse en Zaragoza hasta el 11 de marzo, pero los que se acerquen este jueves a la inauguración podrán reflexionar también con un plato de arroz en la mano, lo más parecido posible al “chebou-diene” que se come en África.