El Museo de Zaragoza amplía la colección de influencias de Goya con un cuarto cuadro de Luzán

El Museo de Zaragoza sigue ampliando los fondos para el Espacio Goya y expondrá un boceto de la obra que preside el armario de reliquias de La Seo, realizada por José Luzán, maestro del genio de Fuendetodos. La pintura, cedida por el coleccionista Félix Palacios, formará parte de la muestra “Goya e Italia” que se abrirá a finales de mayo.

Zaragoza.- “San Valero, San Vicente Mártir, San Pedro Arbués y Santo Domingo de Val, en la Gloria” son cuatro nuevos protagonistas en el Museo de Zaragoza. Fueron representados en un óleo sobre lienzo a mediados del siglo XVIII por José Luzán Martínez, el que fuera maestro de Francisco de Goya. La obra fue adquirida recientemente por el coleccionista zaragozano Félix Palacios, quien decidió cederla al futuro Espacio Goya para su custodia y exposición. De hecho, éste es el cuarto cuadro de este autor que pasa a engrosar los fondos del centro y se incorporará a la muestra “Goya e Italia” que se abrirá al público a finales del mes de mayo.

La pintura es en realidad un boceto que el pintor aragonés presentó en 1757 ante el Cabildo de la Seo para decorar las puertas del armario de reliquias de la sacristía mayor del templo, aunque según afirman los expertos sería un error considerarlo como tal y no como una obra de arte en sí misma. De hecho, para Félix Palacios, se trata de “una obra cumbre de un pintor cumbre aragonés y español”, a pesar de que hasta el descubrimiento de esta pieza el coleccionista siempre había considerado a Luzán como “un gran maestro pero un pequeño autor que ni de lejos podía llegar a ejecutar esta obra”.

Es más, engañado por una inscripción de Bayeu en el propio lienzo, la había atribuido al familiar de Goya y no a su maestro. “A mí me casó muy bien que esta obra fuera incluso cumbre de Bayeu pero la información posterior me dijo que era de Luzán”, ha recordado Palacios. “Me quedé sorprendido”, ha afirmado el coleccionista, ante “una obra singular, perfectamente planteada, bellísima en su colorido, con un dibujo y un pincel estupendos”.

El cuadro fue depositado recientemente en el Museo de Zaragoza por su propietario, que la recuperó para exponerla públicamente tras haber permanecido desde sus orígenes en manos particulares. En este sentido, la consejera de Cultura del Gobierno de Aragón, Eva Almunia, ha destacado el gesto como “un acto de generosidad” sobre todo porque “un coleccionista adquiere una obra para contemplarla él y quiere que compartamos ese aprecio por contemplar un cuadro de estas características”. Ante estas palabras, Félix Palacios ha respondido que “compartir la belleza siempre es bonito pero compartir nuestra historia me resulta placentero”.

Esta obra es la cuarta de Luzán que llega al Museo de Zaragoza tras “El sueño de San José” y “La Virgen María en el instante de la Concepción”, a las que se sumó en 2006 la adquisición de “San José y el niño Jesús” por la DGA. La consejera Almunia ha indicado además que esta nueva contribución para el museo “sigue haciendo creíble el proyecto más importante del Gobierno de Aragón, en torno a la figura de Goya y su vinculación con Aragón”. También ha recordado cómo las obras de Luzán representan “lo que Goya vio, lo que aprendió”. “Realmente”, ha añadido Palacios, “dejó su semilla en el surco de sus alumnos”

La obra

José Luzán dedicó esta pieza a los santos aragoneses Valero, Vicente, Pedro Arbués y Domingo de Val, vinculados a la iglesia cesaragustana y a la sede catedralicia. Para ello, tomó como referencia el fresco de la “Glorificación de Santa Cecilia” que realizaron Sebastiano Conca y Giaquinto en Roma, y la “Venida de la Virgen del Pilar” de Antonio González para la Santa Capilla.

La pintura se caracteriza por una paleta de colores luminosos en tonos verdosos, grisáceos y amarillos. Además, el horror vacui (miedo al vacío) inunda el óleo. Entre el boceto y la obra final de la Seo tan sólo se aprecia una diferencia. El joven que mira a Santo Dominguito de Val, patrono de los monaguillos del coro de la Seo, gira su cara hacia el espectador en la obra de la sacristía y también cambia su expresión. Se dice que Luzán se inspiró en el rostro de un niño que se encontraba en el templo.