Zaragoza.- Mucho se ha hablado del síndrome post-vacacional, cada verano después del periodo estival cuesta un poco más volver a trabajar. Sin embargo, aunque pueda parecer extraño, hay quien lo pasa mal cuando se acercan las vacaciones; se trata del sindrome prevacacional.
Son cada vez más a los que las vacaciones les suponen un problema o una preocupación en vez de un momento para desconectar y relajarse. La organización, el tiempo extra con la familia, la saturación del lugar de vacaciones o el sentimiento de culpa por dejar a los progenitores al cuidado de extraños son algunos de los factores que pueden desencadenar este desconocido síndrome.
El doctor en Medicina y especialista en Psiquiatría, José Carlos Fuertes Rocañín, afirma que, desde hace tiempo, se está observando en las consultas la existencia de una serie de sujetos, sobre todo aquellos con rasgos obsesivos en su personalidad, a los que el hecho de irse de vacaciones parece originarles agobio, preocupación, malestar, ansiedad y, en algunos casos, hasta una auténtica enfermedad. Con todo, este especialista pone en duda que existan ambos síndromes, alegando una "psiquiatrización de la vida cotidiana".
Pregunta.- Mucho se ha oído hablar del síndrome
post-vacacional, pero ¿cuáles son los síntomas del “síndrome prevacacional”,
hasta ahora prácticamente desconocido?
Respuesta.- Uno de
los problemas fundamentales que tenemos hoy los médicos es que se está llamando
síndrome a cosas que realmente no lo son. En primer lugar, pretendo hacer una
crítica al concepto de síndrome por ese mal uso, ese abuso y, en segundo lugar,
decir que, al igual que se han analizado una especie de síntomas que aparecen
cuando uno vuelve de vacaciones, cuando uno se encuentra un poco decaído,
también de ha observado que hay personas que antes de irse de vacaciones
presentan una serie de síntomas o de alteraciones, no muy graves, pero que sí
suponen cierto agobio o mal estar como para consultar con un psiquiatra.
P.- ¿Se puede diagnosticar como enfermedad el agobio,
preocupación, malestar o ansiedad que sienten algunas personas antes de iniciar
las vacaciones?
R.- Ésta es la clave. Desde el punto de
vista médico un síndrome sería lo que el paciente cuenta (síntomas), lo que el
médico ve (signos) y las dos cosas juntas permiten hacer un diagnóstico. Después
de hacer un estudio con una muestra relativamente pequeña de 48 sujetos, se
observa que los más propensos a padecer este síndrome son aquellas personas con
tendencias obsesivas, personas más dudosas, que se anticipan más al futuro, que
ellos mismos reconocen que le dan muchas vueltas a las cosas, pero que no lo
pueden evitar. Esas personas son el perfil que encaja dentro de este “síndrome
prevacacional”.
La saturación del lugar de vacaciones es una de las causas del síndrome prevacacional |
P.- ¿Cuáles son los métodos que le permiten detectar este
síndrome vacacional?
R.- Lo primordial es conocer la causa:
¿Por qué esta usted tan agobiado o tan angustiado? Además de la entrevista
clínica, hemos pasado también una serie de cuestionarios de personalidad que nos
indican si una persona tiene trastornos en la forma de ser. Por último, he
utilizado un test proyectivo para ver si el sujeto tenía trastornos de
personalidad. Lo que me interesaba era ver si estaban enfermos y hemos llegado a
la conclusión de que hay una serie de hechos que hacen que las vacaciones, lejos
de significar un relax, un descanso y un tiempo para cargar las pilas, supongan
un problema, un problema serio.
P.- ¿Qué personas son más propensas a la hora de padecer
este trastorno?
R.- Son personas normales, personas que no
tienen ninguna patología psiquiátrica, pero sí tienen una forma de ser que
oscila entre lo obsesivo y la inmadurez. Por tanto, intolerantes ante la
frustración, es decir, personas que no toleran que las cosas no salgan como
ellos piensan que deben salir; entonces se agobian se entristecen, se inquietan,
se excitan… Empleo adjetivos no diagnósticos, no utilizo ni palabras como
depresión o ansiedad, patologías muy graves, sino que estas personas tienen
síntomas de cierta inquietud psicomotora, trastornos en el sueño, cierta
tristeza y, sobre todo, una inquietud anticipada sobre lo que iba a ocurrir.
P.- ¿Cuáles son los motivos que alegan los pacientes para
decir que las vacaciones son incomodas y molestas?
R.- Hay
muchos motivos: malas relaciones con los miembros de la familia, saturación del
lugar de vacaciones, tensión por los horarios de salida, incomodidades del viaje
y estancia, problemas en la elección del sitio, sentimiento de culpa por dejar a
los progenitores al cuidado de otros, miedo a volar… Entre otros muchos
factores.
P.- El aumento de horas que pasamos con la familia en la
época estival, ¿en qué puede afectar a padecer el “síndrome
prevacacional”?
R.- Me ha llamado mucho la atención que el
hecho de convivir con miembros de la familia sea una constante en casi todas las
contestaciones. El tener que enfrentarse en el lugar de vacaciones con
familiares directos con los que no nos llevamos bien es un elemento fundamental.
Además, el tema de los niños y, sobre todo, enfrentarse en familia a los viajes
multitudinarios y rígidos, donde las personas van con estrés. Además de ir a un
sitio extraño, las personas se tienen que vacunar o hablar en otro idioma, lo
que incrementa las posibilidades de sufrir “el síndrome prevacacional”. Las
vacaciones se convierten en un martirio para aquellas personas un poquito
obsesivas, muchas de ellas terminan suplicando que se terminen las vacaciones.
Enfrentarse en familia a los viajes |
P.- La tensión organizativa que supone planificar las
vacaciones ¿en quién suele recaer dentro de la familia?
R.-
La mujer es la que mas lo está sufriendo, quizá estemos viendo la réplica de la
crisis, porque se está yendo menos a hoteles y más a apartamentos, y el
apartamento es la réplica de hogar y ¿quién se lleva la peor parte en los
hogares? La mujer. Me traslado a un sitio con mar o con montaña pero, en el
fondo, hago lo mismo que en mi casa o peor, porque lo hago en un sitio con menos
medios, más caro, en un mercado en el que no tengo confianza... Es decir, esas
pequeñeces triviales llegan a convertirse en un problema. Por eso a veces se
relaja más una persona que se queda en su hogar cómodamente que no quien se
marcha al Caribe a un hotelazo pero que esta agobiado. Eso en el mejor de los
casos. No digamos la señora que se va a Salou y que lo que hace es simplemente
cambiar de lugar. Estrés es amenaza. Si ir a un aeropuerto, ir a ver los
rascacielos de Nueva York, viajar en un yet privado me amenaza, estoy estresado,
aunque sea muy divertido, no tiene nada que ver la diversión con el estrés.
P.- ¿Por qué los casados y las mujeres son más propensos a
padecer este síndrome?
R.- Porque existen una serie de
factores como la preocupación por los horarios de los hijos, la incomodidad de
encontrarse en un sitio ajeno... Todas estas cosas en un principio no afectan
más que ese sector de la población.
P.- ¿En qué influye la adicción a sustancias psicotrópicas o
a la bebida, a la hora de diagnosticar este síndrome?
R.-
Las personas que tenían una patología o que tenían un trastorno ya diagnosticado
son más vulnerables. Porque si encima tenemos una persona, por ejemplo, una
mujer que esta en una etapa menopáusica con un cuadro depresivo leve, el stress
prevacacional puede ser un factor agravador de su patología de base.
P.- Aparentemente el síndrome post vacacional y el “síndrome
prevacacional” son opuestos, o por el contrario ¿puede la misma persona sufrir
ambos?
R.- En principio son opuestos, son la cruz y la cara
de la misma moneda, pero querría hacer un inciso, ¿estamos llamando enfermedades
a lo que son simplemente reacciones humanas?. Yo cuestiono que exista este
síndrome, dichoso usted señor o señora que tiene un poquito de dinero para poder
irse de vacaciones, ¿por qué es usted tan “neurótico” y se complica la vida
tanto?