El Teléfono de la Esperanza denuncia que aumentan los casos del "síndrome del abuelo esclavo"

El Teléfono de la Esperanza ha elegido este año el lema “Escuchando a los abuelos” para celebrar el Día de la Escucha y así recordar a la sociedad los compromisos que asumen los abuelos españoles, que dedican una media de siete horas diarias al cuidado de sus nietos, mientras que los europeos invierten sólo cinco.

Zaragoza.- El próximo 15 de noviembre se celebra el Día de la Escucha. Con este evento, desde el Teléfono de la Esperanza, se quiere hacer una llamada de atención para que todos sean conscientes de que muchas personas se sienten solas y tienen una gran necesidad de ser escuchadas.

Este año se ha dedicado el Día de la Escucha a los abuelos y las abuelas porque son un pilar básico de la sociedad. Muchas familias saben que en un abuelo o en una abuela tienen a un maestro, a un cocinero, a una modista, a un recadero y hasta un conciliador familiar. Y todo eso, de forma incondicional y voluntaria, sin tener en cuenta horarios ni festivos. Siempre con amor y cariño. De hecho, a los abuelos españoles lo que más les importa es su familia (67%) por encima incluso de su propia salud (16%) o de su seguridad económica (10%).

Es habitual que las parejas con hijos, en las que trabajan padre y madre, recurran a los abuelos, sobre todo en las grandes ciudades, para hacer posible la marcha diaria de su hogar y para que los más pequeños se encuentren atendidos. Así, los abuelos españoles dedican, de media, siete horas diarias al cuidado de sus nietos, mientras que los europeos invierten sólo cinco horas, según el estudio Doble dependencia: abuelos que cuidan nietos en España (finalista de los Premios Caja Madrid de Investigación Social 2009). Por tanto, los abuelos suplen importantes carencias sociales en el terreno de cuidado infantil en España y, al realizar gratuitamente su servicio, permiten a las parejas jóvenes que soportan, frecuentemente, hipotecas abrumadoras, un ahorro sustancial que les ayuda a vivir con mayor desahogo y a eliminar un factor de estrés que podría ser sumamente negativo para la estabilidad de su relación. Sin los abuelos, muchos hogares en España, sencillamente no podrían funcionar.

Movidos por su generosidad y por el amor inmenso que suscitan en ellos los hijos de sus hijos, asumen frecuentemente compromisos que enajenan su libertad e hipotecan, hasta extremos nada razonables, su propia vida. Pueden así incurrir en lo que ya empieza a conocerse como “síndrome del abuelo esclavo”. Abuelos que viven sólo para los demás y que son incapaces de decir “no puedo” o -mucho menos- “no quiero”. Abuelos que renuncian a sus actividades, sus salidas o hasta sus vacaciones para atender a sus nietos sobrepasando sus capacidades físicas o psicológicas y haciendo caso omiso de sus naturales y crecientes limitaciones.

Sin embargo, la aportación de los abuelos no se reduce, con ser importante, a aspectos de pura intendencia o de ahorro económico. El contacto entre nietos y abuelos es tan enriquecedor para los unos como estimulante para los otros. En España, según las encuestas, el sentimiento que produce en los abuelos cuidar de sus nietos es positivo en más de un 90%. Igualmente, la inmensa mayoría de los niños de entre 6 y 17 años definen como muy satisfactoria en lo afectivo la relación que mantienen con sus abuelos. Porque ellos son para sus nietos un fuente inagotable de experiencia en el arte de vivir, de generosidad y de cariño.

En la sociedad española, los abuelos están asumiendo, por tanto, un protagonismo creciente en la educación de sus nietos. Como trasmisores de valores y, sobre todo, como dispensadores de ternura y afecto hacia unos niños cuyos padres, atrapados en jornadas laborales cada vez más exigentes y más estresantes, no pueden dedicarles ni el tiempo ni la atención que precisan y que, por supuesto, merecen.

Cuando la estructura familiar se resquebraja, los abuelos se convierten en un punto de referencia al que agarrase, lo que resulta de extraordinaria importancia para que los niños mantengan su equilibrio emocional justo en esos momentos de convulsión.

Por todas estas razones y muchas más, el Teléfono de la Esperanza ha elegido este año el lema “Escuchando a los abuelos”, para recordar a la sociedad (una sociedad que frecuentemente desdeña y margina a los ancianos) que a los abuelos les asiste el derecho -porque se lo han ganado- a ser escuchados y respetados.